martes, 4 de junio de 2013

Origenes del teatro Español

El teatro español, como el europeo, surge vinculado al culto religioso. La misa, celebración litúrgica central en la religión cristiana, es en sí misma un drama, una representación de la muerte y resurrección de Cristo. Serán los clérigos los que, en su afán didáctico por explicar los misterios de la fe a los fieles mayoritariamente incultos y analfabetos, creen los primeros diálogos teatrales: los tropos, con los que escenificaban algunos episodios relevantes de la Biblia. Estas representaciones, que tenían lugar dentro de las iglesias, en el coro o parte central de la nave, se fueron haciendo más largas y espectaculares dando lugar a un tipo de teatro religioso que fue el teatro medieval por excelencia. Poco a poco se fueron añadiendo elementos profanos y cómicos a este tipo de representaciones que, por razones de decoro, terminaron por abandonar las iglesias y comenzaron a realizarse en lugares públicos: en los pórticos y atrios de las iglesias, plazas, calles y cementerios. En el siglo XIV, el teatro se emancipó del drama litúrgico para representarse fuera de las iglesias especialmente en la fiesta del Corpus Christi y evolucionó en ciclos que podían contar con hasta 40 dramas. Algunos estudiosos creen que, aunque similares a los dramas litúrgicos, los ciclos surgieron de forma independiente. Eran producidos por toda una comunidad cada cuatro o cinco años. Las representaciones podían durar de dos días a un mes. De la producción de cada obra se encargaba un gremio que intentaba que el tema tuviera que ver con su ocupación laboral; así los trabajadores de los astilleros podían, por ejemplo, escenificar una obra sobre Noé. Como los intérpretes eran con frecuencia aficionados y analfabetos, las obras se escribían en forma de copla de fácil memorización; no se conocen los nombres de los dramaturgos. Durante este periodo, surgieron obras folclóricas, farsas y dramas pastorales (siempre de autores anónimos) y, por supuesto, persistían varios tipos de entretenimientos populares. Todo esto influyó en el desarrollo de los autos durante el siglo XV. Aunque extrajeran trama y personajes de la teología cristiana, los autos diferían de los ciclos religiosos en el hecho de que no se trataba de episodios bíblicos, sino alegóricos, y estaban representados por profesionales como los trovadores y juglares.

Destaca Juan del Encina (1468-1529), "Patriarca del Teatro Español", como uno de los dramaturgos más conocidos de entonces. Su obra se reduce a una serie de églogas (composiciones amorosas entre pastores y en verso). Otro autor importante de entonces es Fernando de Rojas, quien obtuvo un éxito fulminante con LA CELESTINA. ésta se publicó por primera vez en 1499 como la Comedia de Calisto y Melibea. En 1502 apareció la segunda versión ampliada de la obra que pasaba de constar de 16 a 21 actos y se titulaba TRAGICOMEDIA DE CALISTO Y MELIBEA. Dentro del teatro español esta obra es una obra maestra pero aislada y ya el autor afirma en el prólogo el carácter de lectura dramática de la tragicomedia. Durante el siglo XVI y XVII no se puso en duda el carácter dramático de la obra, pero desde el siglo XVIII se pone en duda su carácter dramático por su gran extensión, su ritmo lento y por tanto su irrepresentabilidad. Es por tanto la Celestina una obra maestra pero aislada.

En el siglo XVI Bartolomé de Torres Naharro, que convivió en Italia con la vida teatral y el estilo dramático italiano, introduce en España las teorías del Renacimiento Italiano. En su teoría dramática destaca la voluntad de sobrepasar los conceptos clásicos. En lugar de aceptar la tradición sin más, la acomoda a sus propias ideas y proclama la libertad creadora del autor.  Lope de Rueda vivió hacia el año 1545. Escribía y vivía del teatro y tenía una compañía teatral, de las primeras de actores profesionales en España. Con ella recorría la geografía española con su teatro ambulante y triunfaba en pueblos y ciudades. La intención principal de este autor era divertir con un gran repertorio de obras. Él no buscaba la perfección e improvisaba con frecuencia. Los temas eran predominantemente de la vida cotidiana y el lenguaje empleado muy popular.

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